“Su camisa (o chompa) está manchada” es la clásica frase que hábiles delincuentes, que se suben a los taxitrufis o trufis, utilizan para distraer a su víctima, e iniciar el robo.
Y es que los delincuentes se “disfrazan” de pasajeros para robar celulares y billeteras a gente que toma un vehículo para trasladarse de un lugar a otro.
Aunque no existen casos denunciados por este tipo de robos en la Policía, hay una infinidad de testimonios, sobre todo de jóvenes y ancianos, que han sido víctimas de los “famosos” descuidistas, que utilizan desde dulce de leche hasta la mostaza para distraer a la víctima. Preocupada por la mancha, la víctima descuida sus pertenencias, mientras los delincuentes hacen de las suyas a vista, incluso de otros usuarios, quienes no pueden hacer nada porque junto al ladrón existe otras dos personas (cómplices) como mínimo, que también fungen de pasajeros.
Según Claudia, una de las muchas víctimas, el antisocial parece ser como cualquier pasajero “no tiene la cara cortada o algún rastro que permita desconfiar de esa persona”.
Cuenta que a ella le arrebataron no sólo la billetera, sino también el celular que llevaba en su bolsa. “Todo ocurrió cuando un señor, de contextura gruesa y tez morena, que estaba sentado en el asiento de atrás me dijo: señorita su chompa está manchada. En ese instante me fijé y vi que mi chompa estaba con leche condensada e inmediatamente me puse a limpiarla sin darme cuenta que el de mi lado aprovechó mi descuido y sacó mis pertenencias. Al poco tiempo ambos se bajaron juntos del taxitrufi”, relata.
Agrega que tras la salida de ambos antisociales, una mujer, que estaba sentada en la tercera fila del coche, le avisó que le habían robado “cosas” de la cartera. “Fue en ese momento que me di cuenta que no tenía ni el celular ni la billetera. Quise bajar a buscarlos, pero el chofer me dijo que no hiciera nada porque era gente peligrosa”, indica al recordar que en ese instante reprochó al conductor por llevar ese tipo de personas, pero éste le contestó que no podía hacer nada ya que ellos se suben al vehículo cuando otro pasajero hace parar para tomar el servicio.
Según Johnny H., un conductor de taxitrufi de una línea que recorre desde el Cruce Taquiña hasta la laguna Alalay, él y muchos de sus compañeros no pueden hacer nada cuando los antisociales ya están dentro del vehículo, porque asegura que portan cuchillos y cortaplumas.
“A algunos ya los conocemos porque hacen un mismo recorrido varias veces por semana. Hemos advertido a nuestro sindicato, pero ni ellos ni nosotros podemos hacer nada porque tenemos miedo que nos hagan algo”, justifica al comentar que existe un grupo de antisociales, entre ellos dos varones y una mujer, que recorre la avenida Beijing, desde la América hasta la Blanco Galindo o la d’Orbigny.
RUTAS
Según otras víctimas, los dueños de lo ajeno no sólo toman los taxitrufis para hacer sus fechorías, sino también los trufis y micros que recorren entre la avenida Melchor Pérez y el kilómetro 11 y 12 a Quillacollo.
En esa ruta siempre suben a los vehículos que están llenos, porque cuando más gente hay y más apretada está, el trabajo para los antisociales parece ser más fácil.
Hay malhechores “bien vestidos” que llevan en la mano un folder o un maletín para tapar el movimiento de sus manos, mientras sus cómplices empujan a la víctima para que no sienta que el otro está revisando ya sea el bolsa o los bolsillos.
Otra de las rutas donde también operan los descuidistas está entre la plazuela Cala Cala y el estadio Félix Capriles.
Los ladrones suben también a taxitrufis y micros que, por lo general, están llenos. Mientras el vehículo recorre la avenida Libertador, el grupo de antisociales que ya está a bordo usa un sin fin de artimañas.
José relata que hace un par de semanas fue víctima de dos descuidistas, que se subieron al micro en el que iba.
“Estaba sentado en la primera fila del micro, cuando de pronto escuché caer monedas al piso. En ese momento, el joven, que no parecía delincuente, me dijo: ‘caballero, movete creo que estás pisando mis monedas’. Muy solidario me moví para ayudarlo, sin darme cuenta que otro delincuente ya había sacado el celular de mi bolsillo”, comenta al añadir que segundos después, los descuidistas se bajaron del vehículo y, “sólo cuando llegué a la casa me di cuenta que había perdido mi teléfono y fue ahí que mi cuñada me dijo que había sido una víctimas más de los descuidistas”.
Y es que los delincuentes hacen caer pernos, monedas y una infinidad de cosas para distraer a la gente y robarle mientras ésta intenta ayudar a los antisociales.
Otra de las rutas de los malhechores es la que va de Cala Cala al Cruce Taquiña.
Asimismo, está el trayecto del centro hacia Tiquipaya. Allí, las mayores víctimas son universitarias, a quienes les distraen para sustraerles, por lo general, celulares.
Varias universitarias contaron cómo los delincuentes actúan, también usando mostaza, chicles, entre otras cosas para distraerlas.
“Si te das cuenta, los ladrones se hacen a los locos, y si alguien le reclama se niegan y se alteran. Los pasajeros no podemos hacer nada porque no es uno el que se sube, sino son dos o tres ladrones”, dice Carolina al pedir a las autoridades que asuman acciones para frenar la ola de robos en los vehículos de transporte público.
No hay comentarios:
Publicar un comentario